La paradoja de la dependencia
Hay distintas corrientes de pensamiento que fomentan el desapego, porque afirman que los apegos a las personas o a las cosas son las que nos traen sufrimiento.
Sin embargo, la realidad es que como animales racionales que somos, pero mamíferos a fin de cuentas, necesitamos del otro y esto no es nocivo 𝑝𝘦𝘳 𝘴𝘦. Somos seres sociales y necesitamos del apoyo de los demás. ¿Que eso significa ser dependientes? Pues sí, lo somos y eso no es malo, otra cosa es que seamos adultos y dependamos para casi todo de los demás.
Los seres humanos necesitamos vincularnos, establecer conexiones (más profundas en nuestro caso). Estamos diseñados para buscar apoyos externos, que puedan procurarnos cierta seguridad psicológica y física.
¿Habías oído hablar de la “𝑝𝘢𝘳𝘢𝘥𝘰𝘫𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘥𝘦𝑝𝘦𝘯𝘥𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢”? significa que cuanto más eficiente es la dependencia de dos personas, más independientes y autónomas se vuelven éstas (Levine y Heller, 2011).
Cuando sabemos que tenemos a quien recurrir, que le importamos a alguien, sentimos más valor, en general, para salir a explorar el mundo como lo hacen los niños con un apego seguro hacia sus cuidadores. Si como adultos salimos a explorar y nos “caemos”, sabemos que contamos con apoyo, que no estamos solos.
¿Qué ocurre cuando nuestros vínculos de apego son personas 𝗲𝗺𝗼𝗰𝗶𝗼𝗻𝗮𝗹𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗶𝗻𝗮𝗰𝗰𝗲𝘀𝗶𝗯𝗹𝗲𝘀? que experimentamos inquietud, tristeza, tensión y ésta se acaba manifestando en el cuerpo, como ocurre siempre con los estados emocionales intensos y duraderos en el tiempo.
Las PAS, con una emocionalidad intensa y empatía, con un procesamiento profundo de la información, nos colocamos en el otro extremo de este tipo de personas inaccesibles emocionalmente. Y por eso sufrimos tanto a su lado, les cuesta hablar de emociones, conectar con ellas y compartirlas, o hablar de asuntos profundos, de sentires, de detalles, etc. Son personas muy diferentes a ti y a mí.
Seguiremos profundizando en este tema.