Rumiación II

Hemos señalado cómo a partir de un 𝐞𝐬𝐭𝐢́𝐦𝐮𝐥𝐨 𝐚𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚𝐝𝐨𝐫 se desencadena el proceso emocional. Un acontecimiento puede provocar en mi toda clase de 𝐩𝐞𝐧𝐬𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐢𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬, otras veces basta un pequeño estímulo visual para recordarnos algo e incluso un pensamiento aparece 𝐬𝐢𝐧 𝐜𝐚𝐮𝐬𝐚 𝐚𝐩𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞, el caso es que todos ellos pueden ser 𝐚𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐞𝐦𝐨𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐧𝐞𝐠𝐚𝐭𝐢𝐯𝐚𝐬 y por ello es importante que cuide también lo que acude a mi mente.

La razón última de este autocuidado es que si “𝐩𝐢𝐞𝐧𝐬𝐨 𝐝𝐞𝐦𝐚𝐬𝐢𝐚𝐝𝐨” mi salud general empeora, ya que no ocurre nada por sentirse triste puntualmente o con ansiedad, o enfadado pero cualquier estado de ánimo que se alarga en el tiempo o se cronifica, acaba manifestándose en 𝐬𝐢́𝐧𝐭𝐨𝐦𝐚𝐬 𝐨 𝐞𝐧𝐟𝐞𝐫𝐦𝐞𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 porque las emociones tienen su traducción en el cuerpo y esto es algo demostrado de forma científica.

Yendo ya a lo fundamental que quiero exponerte hoy, es que para cuidar nuestra salud hemos de atender sobre todo los llamados 𝐩𝐞𝐧𝐬𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐦𝐚́𝐭𝐢𝐜𝐨𝐬 así como nuestro 𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞𝐦𝐚 𝐝𝐞 𝐜𝐫𝐞𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬.

Los 𝐩𝐞𝐧𝐬𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐦𝐚́𝐭𝐢𝐜𝐨𝐬 porque son aquellos que acuden de forma inconsciente con lo que directamente “nos sentimos mal” y no sabemos por qué. De nuevo acudimos a la necesidad de autoconocimiento. Necesito observarme para darme cuenta de cómo me siento y si algún pensamiento automático ha sido el causante.

Del mismo modo ocurre con mi 𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞𝐦𝐚 𝐝𝐞 𝐜𝐫𝐞𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬, que acuden también automáticamente. Mis creencias son aquellas ideas que tengo acerca de las cosas, de cómo deben ser y para mi son una “verdad”, ni siquiera lo pongo en tela de juicio y sin embargo si me detengo a analizarlo, puede ser una idea obsoleta, que ya no me es útil, que me hace daño, que es impuesta desde fuera. El famoso “𝐭𝐞𝐧𝐠𝐨 𝐪𝐮𝐞”, que tanto nos agobia e incluso nos crea ansiedad porque nos llenamos de ellos sin apenas darnos cuenta.

¿Eres consciente de tus pensamientos automáticos? ¿y de tu sistema de creencias? Te leo en los comentarios.

 

 

Hola, soy Ana Curto, Terapeuta PAS.

Desde siempre me ha apasionado el mundo interior de las personas, aquello que no se ve a simple vista sino que se descubre con calma, paciencia y cariño.

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