Compasión, empatía, simpatía y lástima
Creo que viene bien recordar o aclarar la diferencia entre estos conceptos porque los utilizamos bastante y a veces no se distinguen del todo bien. ¡Vamos a ello!
La lástima suele referirse a lo que yo siento cuando veo a alguien que sufre, por ejemplo, pero esto no tiene nada que ver con la empatía ya que la palabra lástima únicamente tiene que ver con lo que yo siento, son mis emociones provocadas por un estímulo externo, cuando siento lástima o pena tiendo a ensimismarme en mis propios problemas.
La simpatía tiene que ver con lo que yo siento por el otro, qué tal me cae pero no tiene en cuenta los sentimientos del otro. En positivo o en negativo, en el caso de la “antipatía”. Está claro que la simpatía favorece la empatía.
La empatía se describe como la capacidad para comprender y sentir las emociones del otro. Las PAS tenemos una gran capacidad para la empatía, lo que no significa que la tengamos conectada siempre. La empatía se desconecta en multitud de ocasiones, más de las que creemos por lo que conviene tenerlo en cuenta.
Y un paso más allá, se sitúa la compasión que por supuesto, no es lo mismo que la empatía. De hecho está comprobado que las áreas cerebrales que se activan en la empatía y en la compasión son diferentes.
La empatía se relaciona con áreas cerebrales relacionadas con el dolor, que tiene sentido ya que, de alguna manera, sentimos el dolor de los demás.
Sin embargo, las áreas del cerebro que se activan en la compasión, están relacionados con el amor y el deseo de ayudar para aliviar el sufrimiento de otro.
El quid de la cuestión es que la empatía puede producirnos una experiencia muy negativa cuando es muy intensa mientras que la compasión produce siempre emociones positivas de amor y aproximación al otro.
Un tema el de la compasión, como podéis comprobar, muy interesante y digno de atención por nuestra parte. Seguiremos hablando de ella ...