¿Cómo te sientes cuando no pones límites?
Comunicar unos límites sanos no es sencillo para nosotras las PAS. Ya hemos señalado anteriormente que deseamos ayudar, agradar, que tememos el rechazo, etc., y todo esto y más hace que no pongamos límites en nuestras relaciones y que a medio y largo plazo las consecuencias sean un gran sufrimiento y agotamiento emocional.
Lo que está claro es que no es posible tener una relación saludable con otra persona sin colocar límites. Si te das cuenta (seguro que te ha pasado) cuando no los colocamos, nos encontramos tarde o temprano con los límites que ha colocado el otro y entonces nos toca seguir las reglas del juego del otro, solamente las suyas. ¿Cómo te has sentido con esto? acabas adaptándote al otro, a sus reglas y tú ¿qué? te sientes fatal, enfadada contigo misma por no haberlos puesto y con el otro que sí los pone y parece que lleva el mando de la relación. Triste porque ni has sido capaz de ponerlos, ya no te encuentras bien en esa relación.
Si el otro es una persona que sabe cuidar de una relación y que es empática, te preguntará pero esto no ocurre normalmente, cada persona parece ocuparse de lo suyo ¿no? Entonces no te queda más remedio que ocuparte tú de lo tuyo, ya que si tú no te cuidas ¿quién lo hará?
Muchas veces confiamos en que el otro respetará nuestros límites sin necesidad de comunicarlos, y justificaremos nuestra actitud pensando que el otro tiene que ser respetuoso o que tiene que sobreentender esos límites pero no ocurre así ¿verdad? no des por hecho nada, las expectativas a este respecto a no llevan a ningún buen puerto sino todo lo contrario.
Cuando dices sí pero quieres decir no, ¿no notas una sensación rara? te estás dando cuenta y tu cuerpo te avisa también con alguna alerta, suspiras en el mismo momento, tensas algún parte de tu musculatura…
¿Has reparado en ello? te leo en los comentarios.